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José Luis Delgado
Publicado en; http://ccislamicodemalaga.org/noticia.php?tabla=articulos&;id=364
Lo que cuesta una guerra es incalculable. A pesar de las dificultades con las que los investigadores tropiezan para calcular el costo de una guerra referido a los aspectos económicos y no a otros, los estudios más precisos aventuran que los gastos en metálico que la Corona de Castilla efectuó para llevar a cabo la Guerra de Granada, que duró nada menos que diez años, de 1482 a 1492, se aproximan a los mil millones de maravedíes; cantidad que ella sola no podía sufragar, por lo que tuvo que recurrir a medios extraordinarios a base de bulas, préstamos y donaciones.
De la primera institución de la que se echó mano fue de la Iglesia. Los Reyes Católicos consiguieron que el Papa Sixto IV en 1479 considerara aquella campaña como una Cruzada contra los infieles y por eso otorgó una bula especial mediante la cual se recogían sustanciosas limosnas del pueblo a cambio de prebendas espirituales, después de que se fuera pregonando por toda Castilla, Aragón y Navarra la necesidad que había de acabar con "los moros, enemigos de la fe".
Oradores especializados iban por los pueblos, calles y plazas predicando los beneficios espirituales que la bula de esta Cruzada otorgaba a los que aportaran su colaboración económica o su participación como combatientes: absolución de los pecados, indulgencia plenaria, exención de ayunos, descanso dominical a los combatientes, etc. Los soldados que querían participar obtenían su "cruz" de cruzado por solo dos maravedíes con lo que suponían un trato especial espiritual si morían en la guerra contra el infiel.
Otra importante donación vino de los ingresos que los Trinitarios obtenían para rescatar a los cautivos apresados por los turcos; ahora tales donativos fueron desviados para la Guerra de Granada.
Otro de los recursos fue la llamada "décima"; consistía en que todos los estamentos de la Iglesia tendrían que contribuir con la décima parte de todas sus rentas. Además estuvieron las importantes aportaciones de las tres grandes Órdenes Militares, Santiago, Alcántara y Calatrava. Mucho le debían por lo tanto los Reyes Católicos a la Iglesia; tanto que el propio Papa reclamó luego la tercera parte de lo recaudado para hacer frente a la guerra contra los turcos, que era la otra amenaza que la cristiandad sufría por oriente y el Mediterráneo.
Otro medio de allegar fondos fueron los préstamos que se obligaba dar a los nobles, los profesionales bien situados, mercaderes extranjeros y algunas instituciones como La Mesta. Los nobles que más contribuyeron fueron el Duque de Medina Sidonia y el Conde de Benavente.
Pero luego había que devolver lo prestado con un 10% de interés o conceder a cambio tierras conquistadas a los granadinos. Así por ejemplo, Montefrío fue entregada a Don Alonso Fernández de Córdoba, señor de la Casa de Aguilar, a cambio de 7.000.000 de maravedíes de préstamo. Por eso se formaron los latifundios andaluces en manos de unos pocos.
Tampoco se escaparon de pagar las comunidades hebreas y mudéjares castellanas. Los comerciantes judíos tuvieron que aportar dinero para la guerra, unos 50 millones en total; aunque a ellos maldita la gracia que les hacía porque ya pagaban un impuesto especial a la Corona, pero ésta le impuso una contribución extraordinaria y tuvieron que aceptar a la fuerza.
Todo esto, unido al botín conseguido a costa de los granadinos a medida que se iba conquistando el Reino nazarita, fue suficiente para ir costeando una larguísima guerra que, según dicen los historiadores, fue la última medieval y la primera moderna.
Aunque a mí me parecen que todas las guerras son bastante medievales y debieran ser prehistóricas o libradas solo por los jefes en un ring de boxeo. Y los segundos fuera.